La alianza de la corrupción

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Punto y coma / Por Yair Ademar Domínguez

Los partidos políticos son instituciones esenciales en la vida democrática de un país. Representan eso que su nombre anuncia, una parte, un conglomerado, pero una vez que se convierten en gobierno tienen que servir a toda la sociedad que los elige.

Según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019 publicada en mayo de este 2020, los partidos políticos son las instituciones o actores de la sociedad que menos confianza inspiran. En Veracruz, el 84.3 por ciento de la población de 18 años y más percibió que la corrupción es una práctica muy frecuente o frecuente en partidos políticos y le dio a los institutos políticos un 27.5 de aceptación.

En orden descendente, para los veracruzanos, los familiares son los actores que mayor confianza inspiran, con un 89.7 por ciento, seguido de las escuelas públicas de nivel básico, con un 79.2 por ciento; los compañeros de trabajo con un 76.9 y de ahí las Universidades Públicas, 75.5%; Vecinos, 74.8; Ejército y Marina, 73.4; organismos autónomos públicos o descentralizados, en un 70.5 por ciento. Los hospitales públicos alcanzan un 67.5 por ciento y las instituciones religiosas un 64 por ciento; el gobierno federal,  un 63.2 y la Guardia Nacional un 62.7.

¿Por qué la gente no cree en los partidos políticos en general y particularmente en PAN, PRI y PRD? Porque los partidos políticos han representado, en la historia reciente de nuestro país, a una gavilla de corruptos, de delincuentes, de hombres y mujeres que arribaron al poder para enriquecerse.

Se pueden citar dos hechos de esta historia reciente: el Pacto por México, firmado el 2 de diciembre de 2012 en el Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México. Con ese pacto, PAN, PRI y PRD respaldaron, institucionalmente, el sistema de corrupción que distinguió al gobierno de Enrique Peña Nieto. El pretexto era el fortalecimiento del Estado Mexicano, la democratización de la economía y la política y la promoción de la participación ciudadana, pero resultó un acuerdo para repartirse las rebanadas del pastel o las rentas del Estado, como le han llamado los politólogos.

El otro acontecimiento contundente, “un golpe de muerte”, como le llama Jesús Silva-Herzog Márquez, fue la elección del 2018, en donde 30 millones de mexicanos le dijeron en las urnas al PAN, PRI y PRD, que ya no los querían en el escenario nacional.

No entendieron el mensaje o se hicieron los occisos. La gente ya no los quiere y hoy, luego de dos años de vacaciones, reaparecen, quitándose la máscara, para hablar de una alianza por México. No, es una alianza para seguir manteniendo los privilegios de la corrupción.

En Veracruz, el PRI, el PAN y el PRD han tenido en Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares a tres gobernadores que llegaron a pactar con los grupos delincuenciales y a saquear el estado. Durante dos sexenios y un bienio, la entidad fue escenario de escandalosas prácticas de corrupción que hoy mantienen a un ex gobernador en la cárcel, a otro cuestionado por investigaciones internacionales y a uno más, agazapado, con investigaciones en marcha.

El PAN, el PRI y el PRD, con todo y que tengan entre sus filas a militantes distinguidos, sus viejas prácticas representan lo peor de nuestra sociedad. ¿Cuándo se extraviaron, cuándo perdieron el camino, cuándo se involucraron en esa corrupción que Enrique Peña Nieto llamó cultural?

Cuando cedieron a los intereses personales, cuando perdieron de vista a las personas, a los seres humanos, a los mexicanos en particular. Les interesó llegar al poder para saquear y perdieron el interés de la nación.

Hoy, quitándose las máscaras, se unen, se alían, para tratar de quitar del poder al único movimiento revolucionario de la historia reciente del país que pretende hacer justicia al pueblo, al Movimiento de Regeneración Nacional que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador.

PAN, PRI y PRD representan esa “mafia del poder” a la que siempre se ha referido nuestro mandatario nacional. Hoy, se han unido, para hacer lo que mejor saben hacer, saquear al pueblo de México.

Durante décadas México sufrió una gran enfermedad, un tumor maligno llamado PRIAN, que saqueaba al país, se alternaban entre ellos y fingían competir. Hoy se quitaron la máscara y se unieron en una perversa alianza electoral. A ellos los une la corrupción, la ambición y el miedo de seguir perdiendo el poder.

A nosotros, desde MORENA nos corresponde extirpar este tumor de México. No nos confundamos. Su alianza no es por México.  Nos toca quitarles la máscara. Nos corresponde decir la verdad a nuestra gente. La Cuarta Transformación llegó para desterrar la corrupción de nuestro país, esa corrupción que promovieron los partidos políticos tradicionales, PAN, PRI y PRD.

Comentarios: Facebook Yair Ademar Domínguez  Twitter @YairAdemar

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