La Amazonia en negociación: Bolsonaro pide 10.000 millones de dólares al año para frenar su destrucción

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Naiara Galarraga Gortázar – El País (México) – miércoles, 21 de abril de 2021

La Amazonia, una selva tropical crucial para regular la temperatura del planeta, busca un espacio en la cumbre que el presidente Joe Biden celebra este jueves para oficializar el regreso de Estados Unidos a la batalla contra el cambio climático. El brasileño Jair Bolsonaro es uno de los 40 mandatarios convocados a un encuentro virtual que será retransmitido en directo por Internet. Bolsonaro está bajo fuerte presión interna y externa porque la desforestación está en niveles no vistos en 12 años y su política ambiental da alas a la impunidad. Gobernadores amazónicos, ONGs ambientales, empresarios y opositores buscan la complicidad del demócrata para salvar la Amazonia.
Los preparativos de la cumbre se siguen con enorme expectación en Brasil, que acoge en su territorio el grueso de Amazonia. Unos porque sienten la presión de la nueva Administración; otros porque confían en que contribuya a un cambio de rumbo de la política ambiental.
El presidente estadounidense propuso en un debate electoral reunir 20.000 millones de dólares para preservar la Amazonia, a lo que Bolsonaro replicó en tono desabrido. Pero ahora el Gobierno brasileño intenta recoger el guante para recaudar dinero en el exterior con el que pagar la lucha contra la deforestación. Un acuerdo que ambos países supuestamente negocian desde hace meses no ha cuajado hasta ahora.
Bolsonaro difundió una carta enviada la semana pasada a Biden en la que se compromete a eliminar la desforestación ilegal para 2030 (algo que Brasil ya prometió en 2016) y propone adelantar una década el plazo para alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono (de 2060 a 2050) si recibe apoyo económico. El enviado estadounidense para el clima, John Kerry, le respondió en un tuit: “Esperamos acciones inmediatas y la implicación de los indígenas y la sociedad civil”.

— Special Presidential Envoy John Kerry (@ClimateEnvoy) April 16, 2021

El director de la Fundación Open Society en America Latina, el brasileño Pedro Abramovay, lamenta que los objetivos de Biden para reverdecer la política y la economía de su país sean mucho más ambiciosos que los que pide a sus socios latinoamericanos, según explica en una videollamada. Abramovay teme que “Colombia sea presentado como el alumno aventajado (en medioambiente) incluso ahora con el glifosato”, cuyo uso pretende retomar el presidente Iván Duque.
La Amazonia perdió el último año perdió 11.088 kilómetros cuadrados de árboles, un 9,5% más que el año anterior. El despliegue de miles de militares no ha logrado frenar ese aumento de la tala ilegal, y con un costo económico elevado. Y mientras cada vez escasean más los inspectores sobre el terreno.
Brasil fue durante años una admirada potencia medioambiental. Pero eso acabó con el aumento de la deforestación a partir del 2012 y ha culminado con Bolsonaro y sus medidas contra la fiscalización ambiental. El presidente ha resistido hasta ahora las innumerables presiones para cambiar a su ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, el encargado de precisar cuánto dinero pide Brasil. Reclama un cheque en blanco de 10.000 millones de dólares anuales para eliminar los gases invernadero en 2050. De ellos, dedicaría mil millones anuales a combatir la desforestación ilegal, según ha explicado en varias entrevistas.
EEUU se ha sumado ahora a las peticiones que la Unión Europea viene haciendo a Brasil para que ofrezca resultados tangibles. Los indicios son sombríos. El jefe de policía de Amazonas que confiscó el mayor cargamento de madera supuestamente ilegal acaba de ser fulminantemente destituido tras un rifirrafe con el ministro.
Greenpeace, otras ONG y decenas de diputados opositores han expresado en una carta pública su preocupación porque EEUU “dé confianza a un Gobierno empeñado en el negacionismo climático y que considera a la Amazonia y a quienes luchan por su conservación como enemigos”.
El responsable de la Open Society sostiene que “la solución es incluir en las negociaciones (medioambientales entre Brasil y EEUU) a otros actores como el consorcio de gobernadores de la Amazonia”, en referencia al grupo que preside el gobernador Flávio Dino de Maranhão.
Muchos en Brasil y fuera consideran las promesas de Bolsonaro y Salles una mera operación de relaciones públicas para aliviar la presión en el frente medioambiental en un momento en que el país sufre importantes estragos por la crisis sanitaria y el Senado ha creado una comisión de investigación para analizar cómo el Gobierno gestiona la pandemia.
La cumbre de esta semana se considera la antesala de la cumbre del clima de la ONU (la COP26) que se celebrará en Glasgow en noviembre. Advierte Abramovay “de que no hay acuerdo climático posible sin Amazonia”. Se refiere a la advertencia de los científicos de que, si la deforestación sigue a este ritmo, la selva puede llegar al punto de inflexión en el que se convierta en una sabana. Entonces “dejaría de ejercer el papel que cumple para regular la temperatura del planeta, lo que afectaría a los esfuerzos gigantescos de EEUU y China”.
El Gobierno Bolsonaro reclama ahora un instrumento que se parece al fondo millonario que durante años contribuyó a combatir la deforestación y que Salles enterró al asumir el ministerio. El Fondo Amazonia canalizaba millones aportados por Noruega y Alemania bajo supervisión de instituciones brasileñas a proyectos avalados por el Gobierno y la sociedad civil hasta que fue neutralizado.
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