Leonora Carrington, alquimista de sueños

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Muy Interesante – Muy Interesante – lunes, 25 de mayo de 2020

Transcurre la década de 1950. En una tarde típica Leonora Carrington bebe té negro y tequila, esta vez acompañada por el pintor y escenógrafo de cine Gunther Gerzso (1915-2000), una de sus tantas célebres amistades. Texto Oscar Miyamoto Gómez

Para esas tertulias –– realizadas en su hogar, sobre la calle Chihuahua de la colonia Roma en la Ciudad de México –– la anfitriona británica prepara recetas dictadas por un libro de cocina europea del siglo XVI, cuyos ingredientes consigue en el mercado de la Merced con ayuda de su mejor amiga, la pintora surrealista Remedios Varo (1908-1963).
Lo siguiente en la rutina de esta dama originaria del condado de Lancashire, Inglaterra, es retomar su trabajo plástico en el estudio, atestado con caballetes y esculturas crípticas. La artífice ambidiestra realiza sus cuadros mediante pintura al temple, técnica que requiere yema de huevo y aceite para dar cuerpo a los pigmentos. Este procedimiento hará que sus efigies de animales antropomorfos, inspirados en las cartas del tarot y la mitología celta, adquieran apariencia cristalina y etérea.

Expulsada de varios colegios debido a su conducta rebelde, a los 17 años fue presentada ante la corte del rey Jorge V (1865-1936) en el Palacio de Buckingham para que conociera a un integrante de la nobleza que la desposara.
Como esa noche rechazó las pretensiones nupciales recibidas, sus padres –un accionista de la industria textil y una dama de sociedad– decidieron enviarla a Florencia, Italia, con el propósito de que estudiara en la Academia Miss Penrose.

Dos años después la joven aficionada a la equitación se hizo aprendiz del afamado pintor cubista francés Amédée Ozenfant (1886-1966), y conoció al artista alemán Max Ernst (1891-1976), exponente de la corriente dadaísta.
En 1937 Leonora Carrington y Ernst –su pareja sentimental en aquel momento– se mudaron a la comuna Saint-Martin d’Ardèche, al sur de París, Francia. 

Su contacto con la metrópoli en plena efervescencia cultural permitió a la estudiante aprender directamente de la famosa cofradía surrealista compuesta por André Breton (1896-1966), Salvador Dalí (1904-1989), Marcel Duchamp (1887-1968) y Pablo Picasso (1881-1973). Impulsada por este eclecticismo, Leonora pintó su autorretrato más famoso, La posada del caballo del alba (1937), el cual hoy día se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, Estados Unidos.
En ese mismo año, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Max Ernst fue recluido en un campo de concentración francés por ser de nacionalidad alemana; poco después Leonora fue diagnosticada, de manera errónea, con ‘psicosis de guerra’. 

Carrington fue obligada por su familia a internarse en el hospital psiquiátrico Abajo, en Santander, España, experiencia que relataría en La casa del miedo. Memorias de Abajo (1988).

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